(after use, please put it backin its proper place) de Angie Hidalgo">
lunes, 25 de septiembre de 2017
miércoles, 13 de septiembre de 2017
Chambú
Es quizá la novela más representativa de Nariño, es una novela telúrica, como La
vorágine, que narra la epopeya de la integración de la sierra (Pasto) al mar
Pacífico (Tumaco), mediante la construcción de una carretera. Los primeros
capítulos describen las características y el drama de esa epopeya.
El décimo titulado El sentido de
la tierra se ocupa de Pasto desde la fundación española, su paso por la
Conquista, la Colonia y la República
Habla del mestizaje, de la
herencia, del aporte indígena, de la conformación de un tipo humano “bondadoso,
leal, apegado a la tierra y a la tradición, valeroso para la guerra, abnegado
para la vida, y heroico para el sacrificio”.
Describe la ciudad colonial, sus
casas, sus calles y su tránsito a la ciudad republicana. Se refiere a las
costumbres sociales en “esa línea peligrosa que marca el equilibrio del
puritanismo y del snob desenfrenado. El alma fluctuando entre el quietismo y la
inquietud”.
miércoles, 6 de septiembre de 2017
EL OLVIDO QUE SEREMOS.
Héctor Abad Faciolince
De Agamenón para acá, padre es el que hace la guerra, el
orden frente al caos, la autoridad frente a la desobediencia. Y si no es el
mismo Dios, pues es el que negocia con los dioses. El ateniense sacrifica a
Ifigenia para que el viento inflame las velas; el patriarca propone y dispone,
el padre es la ley y la patria su territorio. Y sin embargo hasta el orden
simbólico sufre sus cimbronazos.
Matar al padre, predestinó el psicoanálisis. Y Alexander
Mitscherlich, de la Escuela de Frankfurt, exploró la ausencia de la paternidad
en la sociedad alemana de posguerra. Genio sin imagen, a la deriva de una
teoría que lo recupere y lo salve, el relato del padre en Occidente intenta
reflejar su complejidad desde la tragedia, aún antes de la escritura. Por la
carga ideológica en torno a esta figura, a menudo densa y en estrecha relación
con el rol autoritario de los patriarcas –léase dictadores– latinoamericanos,
cualquier versión en contrario no sólo llama la atención, también es
bienvenida, porque la paternidad suele brillar por su ausencia, según las
estadísticas, en el fragor cotidiano de la vida familiar.
En ese sentido, El olvido que seremos de Héctor Abad
Faciolince (Medellín, 1958) es un libro “padre” como dirían en México –que es
así como la lengua popular define todo aquello más que bueno–, por su calidad
narrativa y sobre todo porque el protagonista de la historia es el doctor
Héctor Abad (1921-1987), un progenitor diferente: “Cristiano en religión,
marxista en economía y liberal en política”.
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Diez reportajes iniciales que intentan dejar la noción de
una endemia colombiana: la violencia en todas sus manifestaciones, que nos
llegó con la invasión de América y que se hace más patética en la época de la
República. Tras ella, el éxodo que en las últimas décadas ha llevado a millares
de gentes de la zona andina y de los litorales a morir en la tierra paupérrima
de las selvas; a emigrar hacia Venezuela, Ecuador, Panamá y el Caribe, en forma
de mercado humano, o hacia Estados Unidos y Europa, portando droga.
Opio en las Nubes
Es novela que fue escrita por Rafael Chaparro hace 25 años, uno de los escritores más representativos de la literatura colombiana. Ésta novela recibió el Premio Nacional de Literatura en 1993 gracias a sus contenidos tan alucinantes donde relaciona distintas vidas de varios personajes que reflejan una vida cargada de sexo, drogas, bares y amor. Fragmentos: “Allá abajo la ciudad está que bulle. Es viernes y por eso los habitantes van de un lado para otro buscando un vaso de vodka con hielo, una silla, un cigarrillo, unos labios rojos y carnosos que hablen y dejen escapar esas palabras rasgaditas, esas palabritas nocturnas que salen oliendo a whisky, a lengua seca, a humo azul, a semáforo en rojo y amarillo tú me sacudes toda la noche trip trip trip.”
Es novela que fue escrita por Rafael Chaparro hace 25 años, uno de los escritores más representativos de la literatura colombiana. Ésta novela recibió el Premio Nacional de Literatura en 1993 gracias a sus contenidos tan alucinantes donde relaciona distintas vidas de varios personajes que reflejan una vida cargada de sexo, drogas, bares y amor. Fragmentos: “Allá abajo la ciudad está que bulle. Es viernes y por eso los habitantes van de un lado para otro buscando un vaso de vodka con hielo, una silla, un cigarrillo, unos labios rojos y carnosos que hablen y dejen escapar esas palabras rasgaditas, esas palabritas nocturnas que salen oliendo a whisky, a lengua seca, a humo azul, a semáforo en rojo y amarillo tú me sacudes toda la noche trip trip trip.”
“Allá abajo la ciudad está que bulle. Es viernes y por eso los habitantes van de un lado para otro buscando un vaso de vodka con hielo, una silla, un cigarrillo, unos labios rojos y carnosos que hablen y dejen escapar esas palabras rasgaditas, esas palabritas nocturnas que salen oliendo a whisky, a lengua seca, a humo azul, a semáforo en rojo y amarillo tú me sacudes toda la noche trip trip trip.”
"...Esa lluvia que uno sabe que humedece todos los besos, esa lluvia que uno tiene la certeza de que humedece todos los labios salvajes y que cobija con sus agujas invisibles todos esos gatos tristes y melancólicos que pasean por los techos de París. Uno sabe que esa lluvia es mágica. Es una lluvia que sabe a lo que sabe ...en tus babas, una lluvia que sabe a árboles lejanos, una lluvia contaminada por la luna..."
¡Que viva la música!
Que viva la música! es una novela escrita por Andrés caicedo, uno de los integrantes de caliwood, impulsador del cine colombiano. Ésta novela es quizá una de las más importantes del joven escritor porque en ella deposita su filosofía y experiencias de vida. Se desplaza desde el norte de Cali, donde prima la música en inglés como The Rolling Stones y The Beatles y todo el estilo de los Estados Unidos hasta llegar a los suburbios del sur, donde se encuentra con la salsa y cantantes colombianos. Andrés se presenta como Marìa Huertas, una adolescente que vive en Versalles, un barrio muy pudiente de la ciudad de Cali. En un inicio ella llevaba una vida absolutamente monótona, sin embargo, comienza a ahondar en una trama de drogas, música y fiestas que la conducen en una aparente declinación, finalmente, toma la decisión de suicidarse, pues considera que después de cierta edad la vida carece de sentido alguno y la existencia se entorpece, así que no encuentra motivos para seguir padeciendo la decadencia de un mundo desalmado que la ha dejado en una profunda soledad, consumiendo el tiempo tras las paredes de un cuarto en arriendo mientras escribe los manuscritas de su vida. |
domingo, 3 de septiembre de 2017
CIEN AÑOS DE SOLEDAD
Cien años de soledad es la novela más conocida del escritor colombiano Gabriel García Márquez. Considerada una obra maestra de la literatura hispanoamericana y universal, es una de las obras más traducidas y leídas en español. La novela fue escrita por Gabriel García Márquez durante dieciocho meses, entre 1965 y 1966 en Ciudad de México, y se publicó por primera vez a mediados de 1967 en Buenos Aires.La idea original de esta obra surge en 1952 durante un viaje que realiza el autor a su pueblo natal, Aracataca, en compañía de su madre. En su cuento Un día después del sábado publicado en 1954, hace referencia por primera vez a Macondo, y varios de los personajes de esta obra aparecen en algunos de sus cuentos y novelas anteriores.
El libro narra la historia de la familia Buendía a lo largo de siete generaciones en el pueblo ficticio de Macondo.14 José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán son un matrimonio de primos que se casaron llenos de presagios y temores por su parentesco y el mito existente en la región de que su descendencia podía tener cola de cerdo.
En una pelea de gallos en la que resultó muerto el animal de Prudencio Aguilar, éste, enardecido por la derrota, le gritó a José Arcadio Buendía, dueño del vencedor: «A ver si ese gallo le hace el favor a tu mujer», ya que la gente del pueblo sospechaba que José Arcadio y Úrsula no habían tenido relaciones en un año de matrimonio (por el miedo de Úrsula de que la descendencia naciera con cola de cerdo). Así fue como José Arcadio Buendía reta en duelo a Prudencio, en el que José Arcadio lo mata al atravesarle la garganta con una lanza. Sin embargo, su fantasma lo atormenta apareciéndose repetidas veces en su casa lavándose la herida mortal con un tapón de esparto. Así es como José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán deciden irse a la sierra.
En medio del camino José Arcadio Buendía tiene un sueño en que se le aparecen construcciones con paredes de espejo y, preguntando su nombre, le responden "Macondo".
Así, despierto del sueño, decide detener la caravana, hacer un claro en la selva y habitar ahí. El pueblo es fundado por diversas familias conducidas por José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, quienes tuvieron tres hijos: José Arcadio, Aureliano y Amaranta (nombres que se repetirán en las siguientes generaciones). José Arcadio Buendía, el fundador, es la persona que lidera e investiga con las novedades que traen los gitanos al pueblo (teniendo una amistad especial con Melquíades, quien muere en variadas ocasiones y que sería fundamental para el destino de la familia), y termina su vida atado al castaño hasta donde llega el fantasma de su antiguo enemigo Prudencio Aguilar, (al que le había dado muerte con una lanza en el cuello antes de fundar Macondo) con el que dialoga. Úrsula es la matriarca de la familia, quien vive durante más de cien años cuidando de la familia y del hogar. El pueblo poco a poco va aumentando y con este crecimiento llegan habitantes del otro lado de la ciénaga.15 Con ellos se incrementa la actividad comercial y la construcción en Macondo. Inexplicablemente llega Rebeca, a quienes los Buendía adoptan como hija. Por desgracia, llegan también con ella la peste del insomnio y la peste del olvido causada por el insomnio. La pérdida de la memoria obliga a sus habitantes a crear un método para recordar las cosas y José Arcadio Buendia comienza a etiquetar todos los objetos para recordar sus nombres; no obstante, este método empieza a fallar cuando las personas también olvidan leer.
Un día, regresa Melquíades de la muerte con una bebida para restablecer la memoria que surte efecto inmediatamente, y en agradecimiento es invitado a quedarse a vivir en la casa. En esos momentos escribe unos pergaminos que sólo podrían ser descifrados cien años después
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