EL OLVIDO QUE SEREMOS.
Héctor Abad Faciolince
De Agamenón para acá, padre es el que hace la guerra, el
orden frente al caos, la autoridad frente a la desobediencia. Y si no es el
mismo Dios, pues es el que negocia con los dioses. El ateniense sacrifica a
Ifigenia para que el viento inflame las velas; el patriarca propone y dispone,
el padre es la ley y la patria su territorio. Y sin embargo hasta el orden
simbólico sufre sus cimbronazos.
Matar al padre, predestinó el psicoanálisis. Y Alexander
Mitscherlich, de la Escuela de Frankfurt, exploró la ausencia de la paternidad
en la sociedad alemana de posguerra. Genio sin imagen, a la deriva de una
teoría que lo recupere y lo salve, el relato del padre en Occidente intenta
reflejar su complejidad desde la tragedia, aún antes de la escritura. Por la
carga ideológica en torno a esta figura, a menudo densa y en estrecha relación
con el rol autoritario de los patriarcas –léase dictadores– latinoamericanos,
cualquier versión en contrario no sólo llama la atención, también es
bienvenida, porque la paternidad suele brillar por su ausencia, según las
estadísticas, en el fragor cotidiano de la vida familiar.
En ese sentido, El olvido que seremos de Héctor Abad
Faciolince (Medellín, 1958) es un libro “padre” como dirían en México –que es
así como la lengua popular define todo aquello más que bueno–, por su calidad
narrativa y sobre todo porque el protagonista de la historia es el doctor
Héctor Abad (1921-1987), un progenitor diferente: “Cristiano en religión,
marxista en economía y liberal en política”.
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miércoles, 6 de septiembre de 2017
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